La lencería lleva utilizándose desde hace siglos, aunque es cierto que esta ropa íntima ha cambiado mucho desde entonces. Hoy por hoy supone uno de los sectores más interesantes dentro de la moda, ya que a pesar de ser ropa interior, la lencería está específicamente diseñada para generar deseo y verse linda. De hecho, son muchas las mujeres que compran lencería cada vez más a menudo para llevarla incluso de diario, porque se sienten más cómodas con este tipo de prendas. También hay quien prefiere la ropa interior de toda la vida, blanca y extremadamente sencilla, aunque no tan erótica. Para gustos los colores, desde luego, pero no es extraño que las firmas de lencería sigan creciendo más y más, y que el estilo lencero se haga omnipresente en la moda. Ya hay muchas marcas importantes que han incluido este tipo de tops en sus líneas más vendidas.
La lencería no tiene que ser femenina por concepto, pero es obvio que la mayoría de estas prendas son utilizadas principalmente por mujeres. Para muchos hombres, de hecho, el que una chica lleve lencería supone un paso indiscutible previo al apogeo sexual. Si la chica ha decidido ponerse ese conjunto es porque sabe que alguien lo va a ver, además de ella. Por eso siempre se dice que los hombres sienten una ola de ardiente deseo en cuanto ven esta lencería. Está diseñada para crear precisamente ese efecto en los hombres, realzando las curvas de una mujer, de forma muy sugerente. La lencería se convierte así, para muchos, en un auténtico fetiche, y hay chicas que han sabido ver un gran negocio en ello. Hoy por hoy, el sector de la venta de ropa íntima usada está haciéndose cada vez más grande, gracias sobre todo a las facilidades que pone Internet para comprar y vender de forma anónima. Son muchas las chicas que han optado por este curioso negocio con el que se puede ganar mucho dinero, siendo una alternativa a otros trabajos mucho más duros y malpagados. ¿Pero de verdad se puede vivir de vender lencería usada? Comprobémoslo.
Un fetiche más común de lo que parece
Llamamos fetiche sexual a cualquier objeto, o también situación, que genere un deseo especialmente intenso en una persona. Hay fetiches muy comunes, como los tacones, los uniformes o la barba, pero también otros menos habituales, como podrían ser los cigarros o los tatuajes. Cada cual tiene sus propios fetiches, que nacen en muchas ocasiones de forma aleatoria, sin tener una razón lógica. Otras veces provienen de experiencias que hemos sentido en nuestra adolescencia, cuando por primera vez nos nacía ese fuego en el cuerpo. El fetiche de la ropa íntima también es habitual, ya que tiene una relación directa con el deseo sexual y morboso. Es por eso que no extraña nada el hecho de que este fetiche se haya convertido en un auténtico negocio de oro para algunas chicas.
Chicas amateurs y estrellas porno
¿Cómo se vende hoy en día ropa usada? Bueno, el componente sexual es el más importante en este negocio, por supuesto. De hecho, la gente paga más por ropa que ha sido usada durante el sexo, o con la que la chica o el chico en cuestión se ha masturbado. Esa ropa íntima, normalmente bragas y sujetadores en el caso de las chicas y boxers en el caso de los chicos, están impregnadas de ese olor a sexo. Para muchos esto puede llegar a ser desagradable, y no dudarían en lavar al instante esas prendas. Sin embargo, son muchos los usuarios dispuestos a pagar por ellas, especialmente cuando la persona que las ha utilizado es célebre o tiene que ver directamente con el mundo del sexo.
En muchos foros de Internet y plataformas tipo Onlyfans encontramos a chicas que venden esa ropa íntima con la que, por ejemplo, se han sacado una foto poco antes. La técnica es sencilla. Compran lencería o ropa íntima no demasiado cara, la utilizan para hacerse una sesión, a veces se masturban con esa prenda puesta, se lo hacen saber a sus posibles clientes, y luego venden esa prenda al mejor postor. Hay casos especiales, como los de las modelos eróticas y estrellas del porno, donde este tipo de negocios es una vía de ingresos muy importante. Ellas tienen ya un público específico que es perfecto para este tipo de transacciones, así que solo tienen que buscar la mejor fórmula para vender su ropa interior usada. Los clientes, eso sí, suelen pedir pruebas fehacientes de que esa ropa la ha llevado quien la vende, tal vez en un vídeo o una fotografía.
¿Cuánto dinero se puede llegar a ganar?
Son muchas las plataformas que permiten vender ropa interior usada por Internet. Como con tantas otras cosas, la red ha servido para permitir que este tipo de transacciones aumenten y se den de una forma más rápida y sencilla. Muchas chicas lo hacen incluso de manera anónima, sin que se sepa su nombre o aparezca su rostro en fotos o vídeos. Sin embargo, las que más ganan con esto son aquellas modelos y estrellas porno que tienen legiones de seguidores. La popularidad les ayuda a vender más y mejor entre esos sectores ya interesados de por sí en este tipo de fetiches sexuales. Gracias a estos ingresos, las modelos pueden llegar a ganar cientos de dólares a la semana, si tienen un público amplio.
Vender la ropa interior usada suele ser un buen negocio para cualquiera. De hecho, las prendas se pagan en torno a los 40 dólares de media. Esa cantidad puede aumentar si hay restos de fluidos, si así lo prefiere el cliente, o también si ha pertenecido a una actriz porno famosa, o a una celebridad. Los precios entonces pueden llegar incluso a los 100 dólares por prenda, una verdadera barbaridad si tenemos en cuenta que lo único que estamos haciendo es llevar ropa. El fetichismo de la ropa íntima ha llegado a tal punto que hoy por hoy hay multitud de plataformas donde podremos vender estas prendas. Así mismo, foros como Reddit o páginas como Onlyfans también lo han convertido en un servicio común entre sus usuarios.
Buruseras, las tiendas japonesas de lencería usada
En Japón, lo de vender y comprar ropa íntima usada es algo que está tremendamente normalizado. Tanto que incluso existen tiendas específicas para ello, llamadas buruseras. En ellas, las chicas jóvenes dejan sus bragas y ropa íntima para que sean compradas por hombres que acuden allí de forma casual. Los precios rondan los 50 dólares, sobre todo si las bragas han pertenecido a una estudiante. Japón es un país con muchos fetiches extraños que, para el resto del mundo, rozan lo ilegal, como el tema de tener tanta fijación con las chicas demasiado jóvenes. De hecho, no se impide a las chicas menores de edad utilizar este negocio de ropa interior usada, para conseguir ingresos extra. Muchos entienden que esto está solo un paso por detrás de la pornografía o la propia prostitución, pero es algo muy habitual en Japón.