Los tiempos cambian de forma imparable, y a veces esto se denota en los más pequeños detalles. En una fiesta de cumpleaños, un grupo de amigas se reúne en la casa de la cumpleañera para celebrar por todo lo alto ese aniversario. Ella ríe, bebe y disfruta de la compañía de sus chicas, aunque también hay hombres, familiares, etc… Llega la hora de abrir los regalos, después de disfrutar del pastel. Joyas, algún que otro libro, mucha ropa… y algo aún más especial. Cuando se acerca al regalo más pequeño, sus amigas comienzan a reírse de forma compulsiva. La cumpleañera lo abre con cuidado y sus ojos se agrandan. Se lleva la mano a la boca para reprimir un grito y riéndose, muestra lo que venía envuelto. Se trata de un succionador de clítoris, el de esa marca tan famosa. Todos ríen, algunas personas mayores sin entender qué es aquello, algunos hombres con sonrisa forzada…
Esta imagen sería impensable hace apenas unos años, pero hoy en día se repite en muchísimas celebraciones de cumpleaños, o cualquier fiesta donde haya regalos de por medio. El placer femenino ya ha dejado de ser un tabú, y el precio asequible de este tipo de juguetes sexuales ha traído una nueva era donde su éxito está siendo arrollador. Un terreno que hasta hace no tanto parecía casi clandestino, un negocio que ya movía mucho dinero, pero no podía expandirse más, precisamente por esas limitaciones “morales”. El negocio de los juguetes sexuales lleva funcionando en la sombra desde hace décadas, tanto para hombres como para mujeres, pero como ocurre también con el porno y otros tantos sectores relacionados con el sexo, la visibilización de la mujer queda en un segundo plano… hasta ahora. Las cosas han cambiado tanto que ahora un vibrador puede ser un regalo tan perfecto como un buen libro para una amiga, y ella lo mostrará orgullosa. Tanto es así que las conversaciones sobre el uso de estos aparatos ya acaparan tardes de café, demostrando que poco a poco, el empoderamiento femenino también está llegando al mundo del placer sexual.